domingo, 17 de marzo de 2013

Papa Francisco











Fotos del tercer escrutinio en la mañana del miércoles. La lluvia nos acompaño todo lo que pudo. Menos mas que se canso y se fue por la noche antes de que saliera el papa,


Fue el 13 de marzo de 2013. Y hoy ya es sábado 16. Aparentemente han pasado 3 días desde aquella noche que empezó fría y mojada y que nos transportó a un estado casi de éxtasis del que aún no me recupero. Ayer por disimular fui a la última clase de latín de este ano, pero no tanto porque tenga el examen el viernes de dolores, sino porque me sentí sin suficiente latín para entender el nombre del elegido en el momento de su proclamación, Franciscus creo que escuche, pero parece más parte de mi imaginación, porque Franciscus era el nombre del que minutos antes hablábamos en la empapada plaza. La sensación continua siendo aún como eléctrica y escalofriante de emoción.

Eran casi las seis de la tarde cuando baje de la universidad Urbaniana a la plaza de San Pedro. Durante la última conferencia de delitos graves en el simposio que atendía,  ya le había dicho yo a Ricardo que me avisara cuando viera la noticia de la fumata, pues era la hora del cuarto escrutinio. Nada pasaba y la conferencia se extendía como cauchera tensa que al momento en que la soltaran, saldríamos disparados como piedra en la misma. Así fue. Cada uno salió como pudo y corrió tanto como los pies le dieran. Yo me quede atrás despidiendo a uno desinteresado del acontecimiento y llegue a San Pedro solo. La plaza ya estaba inundada y desde la fila de seguridad antes de la columnata sur solo podía ver un extenso toldo multicolor de paraguas fríos. La ansiedad me importunaba, quería estar dentro de la plaza subito, pero  por alguna razón no definida, siempre que hago filas todas las personas delante de mí se gastan casi cuatro veces más del tiempo que me toma para ser atendido. La lluvia de la nube encima caía como estreñida y bañaba como cascada. Rece el Ángelus de las seis.



El ambiente se sentía más positivo que el de la noche anterior e incluso más que el de la primera fumata de la mañana del mismo 13. Pensé que no podría moverme mucho entre la muchedumbre, pero fue fácil una vez cerrado el paraguas. Cuando llegue a un espacio claro, casi tan adentro como alrededor de una de las lámparas del obelisco, quede extasiado con la mirada en la chimenea. En la práctica, no tenía tanto sentido hacer eso, ya que el humo cuando salía, era robusto y generoso y se veía por casi una docena de minutos. Pero el punto es que todos queríamos ser los primeros de ver el primer soplo de la chimenea. Solo pudo bajarme de la elevación algo así como aquella sensación de que alguien te está mirando. Efectivamente, había un hombre barbado mirando como la lluvia  corría de mi boina al pavimento después de mojarme sin compasión. Fue entonces cuando acate de abrir la sombrilla de nuevo.  Es que todo esta tan surreal, que ni agua, ni frio, ni hambre pasaban por mi cuerpo. Solo quería un Papa. Todo esto era la más auténtica manifestación de la espera, la espera que envuelve todo tu ser, justo como Adviento, ¿alguien lo ha sentido? … bueno yo lo he predicado, pero tampoco lo he sentido tanto así en Adviento, pero así es, la espera que envuelve todo lo que es uno. ¡Así es la espera del Señor!

Minutos más tarde, me volví a mover, pues no me gustaba estar solo entre tanta gente y anticipando tanta emoción. Empecé a caminar por donde podía, sin buscar a nadie, pero esperando encontrar una cara familiar. Lo especial de Roma es que se siente como en un pueblo pequeño, donde quiera que uno vaya, allí ve a alguien que conoce. San Pedro no es la excepción, allí se ve a todo el mundo. Si pensarlo y queriéndolo mucho me encontré con mi estimado amigo de seminario el p. John Muir de Phoenix quien a su vez estaba con su amigo el Dr. Billy y nuestro conocido común el seminarista Fernando. Ya entonces empezamos a discutir el nombre de Francisco, pero para el cardenal O’Malley. Ya oscureció y la nube cargada no se alejó.  El oscuro firmamento es el fondo perfecto para una fumata blanca, dije yo. No paso un minuto, para que a las 7 pasadas, saliera humo.  Blanco. Pero en el primer segundo no se podía hacer la algarabía, todas las fumatas empezaban blancas, se engrisaban, y luego se volvían más oscuras que el negro oscuro. En el segundo segundo, aún era blanca, ya nos miramos, pero aún no lo creíamos. Tercer segundo había humo blanco y fue más blanco en el segundo quinto. No había duda, teníamos Papa. Las campanas orondas de San Pedro repicaron esponjadas. Nosotros nos abrazamos, y corrimos hacia adelante por donde pudimos  saltando como cabras locas y gritando por encima de los pulmones.  Parecía como la noche vieja antes de las 12am. Lo único que faltaba para que la velada fuera perfecta era que escampara. Unos toques de redoblantes y trompetas se escuchaban en la distancia … alguien trajo banda? … Si, eran los toques marciales de la guardia suiza que se desplazaba al frente de la basílica. De repente dejo de llover! todo era perfecto. San Pedro sí que debía estar contento con su sucesor. 



Mientras esperábamos, me acorde de la ya olvidada chimenea, contenta por haber terminado su trabajo, pero triste como el cobre por cesar de ser el centro de atención. Las luces de la logia se encendieron y gritamos, pues el gran momento se acercaba. Los nervios me carcomían, era la esperanza, la ilusión, el temor, en otras palabras, el enfrentamiento a lo desconocido y todavía trascendental. Abrieron las cortinas y en  seguida la puerta, nos exaltamos aún más, estábamos ya en  el clímax. El cardenal Tauran apareció en la logia de la basílica junto con los asistentes del sonido. Era el momento de mayor concentración, tenía mis oídos más abiertos que los ojos. Y empezó a decir, sin dejarnos tomar aliento. Annuntio vobis gaudium magnum; habemus Papam … y se fue como locomotora sin frenos, sin esperar a que nosotros, los más de 250mil personas en la plaza de san Pedro, Plaza Pio XII y vía de la Conciliación nos calmaramos y volviéramos a tomar aire. Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum  y justo aquí fue donde todo se distorciono, esto fue lo que escuche Geo###um  Ma###um, pero eso sí, lo siguiente fue claro Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem solo hasta el apellido, que era lo más importante Ber ### lio con la frustración de haber perdido el segundo de concentración y de no haber escuchado bien, se vino el cardenal francés con todo encima qui sibi nomen imposuit Fran ### scum  No supe quién era, la certeza que tenía era que se trataba de alguien que no considerábamos para nada. La euforia bajó, del habemus papam al nombre, como de 100 a 30. Nos miramos confundidos preguntándonos los unos a los otros ¿Quién es? ¿Quién? Ninguno lo agarro! O la ¿gente no lo acepto? ¿Qué es lo que pasa? … Así dijeron que paso con el anuncio de Juan Pablo II.

Yo pensaba, dos nombres escuché al principio, dos nombres! Debe ser latino! Pero ese apellido parecía italiano. Pero ¿Cuál nombre tomo? Me pareció escuchar Francisco… no, no podía ser, nosotros no podíamos ser adivinos, Francisco es el nombre que teníamos para O’Malley.  Con toda esta confusión del momento y con el término de la espera, me di cuenta de algo muy sabio que dice mi gran amigo Jairo Duque, las ganas es mejor tenerlas que calmarlas. Quien quiera que estuviera al frente de un televisor supo quién era el Papa minutos antes que nosotros que estábamos en la plaza. Ya con la ayuda de los teléfonos de quienes estaban alrededor pudimos confirmar los hechos. Era un argentino que se llamó Francisco. Un Jesuita! No cabía en la tierra y en las mentes más puras cosa más insólita. Empezamos a especular. Francisco! Al menos acertamos en el nombre. Pero por cual Francisco será? De Asís o Javier? Tal vez los dos, reconstruye mi Iglesia y ve a las misiones. No queríamos dejar por fuera la posibilidad que fuera por el poverello de Asís. Es un latino! Teníamos un papa Latino. Un papa que hablara en español las cosas más íntimas e importantes, un papa que rezará en la intimidad de su corazón y el Sagrario en Español! … como yo.

Cuando el papa Francisco salió a la logia y se quedó quieto mirándonos mientras las bandas de la Guardia Suiza y el Ejército Italiano tocaban los himnos, solo pensaba yo, se ve fresco. Le falta algo en su vestidura que no podía recordar. Pues sí, ya los compañeros habían pensado en voz alta, que tenía pelo oscuro (tal vez por la falta de luz) y no tenía ni la muceta ni la estola. Ya queríamos que hablara, pero seguía mirándonos. El hermano Pablo, otro amigo a mi lado, me presto la memoria de su cámara para seguir con las fotos y videos. La mía se había llenado. El papa empezó a hablar, seguía todo refrescante. Después de liderar las oraciones de los cristianos por el papa emérito, pidió la oración del pueblo para que Dios lo bendijera antes de darnos su bendición. Otra vez vivimos un gran contraste, de la euforia estrepitosa a un silencio sepulcral. Fue un silencio como de 250 mil personas juntas sin decir nada. Fue el silencio donde Dios puede escuchar y nosotros escucharlo.

El papa Francisco nos bendijo y después se despidió y entro. Nosotros aun permanecíamos inmóviles como los cardenales que aun atisbaban por las ventanas. Cuando moví mis piernas para caminar, me di cuenta que había estado de pie por más de 3 horas. Ya me había despertado de un sueño, pero sin aun llegar a la dimensión de la realidad. En la misma mañana del 13 concedí una entrevista para un periódico británico con audiencia en Latinoamérica, y la reportera me indagaba sobre la idea de un papa latinoamericano. Respondiendo a su pregunta pensaba en lo diferente que sería eso, pero eso era un deseo que si bien lo expresábamos los latinos, permanecía cual lunática utopía. Decía, si fuera así, creo que contribuiría a que el pueblo latino elevara su autoestima, se sintiera más conectado al Papa y el papa identificado con el pueblo. Solo quería ser más realista que sonador, al decir eso, tuve la sensación de oración. Sin embargo termine la entrevista diciendo que la procedencia, origen o condición del papa era secundario, lo que se buscaba era a un hombre capaz de inspirarnos en la fe, y en la capilla Sixtina se encontraban 116 hombres dignos de ser elegidos. Ahora no sé qué tanto cambie esa respuesta. Creo que sigue siendo mi respuesta porque me siento identificado con el papa Francisco y me da la confianza que produce alguien que te conoce.  




¿Dónde estaba ese hombre que no lo conocía? … en Buenos Aires, Argentina. En la escala mundial, el estaba más cerca de mí que de lo que yo sabía. Tantas veces no salimos de nuestros esquemas, esos que formamos nosotros mismos y las circunstancias que nos rodean. Pero somos tan cortos de vista que creemos que el mundo está encapsulado en nuestras individuales realidades. O’Malley era nuestro candidato favorito porque lo conocíamos y representa todos esos valores que queríamos ver en el papa, porque queremos crecer  en ellos nosotros también y necesitamos la inspiración que viene de quien nos afirma.  Gracias a Dios Bergoglio también los tiene, los vive y los transmite tan bien que se dio el nombre correcto. Así también pasa con Dios. Lo buscamos y lo encapsulamos en nuestras cortas visiones y tal vez le pongamos el nombre correcto, pero no al que es. Y esta tan cerca de nosotros que nosotros a nos. Me siento tan satisfecho, tan afirmado en mi fe, tan escuchado en mi oración, que si pensaba que esto es un sueño, ya sé que me desperté y es verdad, pero sigue siendo surreal! Bendito sea el Señor que no abandona a su Iglesia y en ella a nosotros.



Con P. Victor, mi unico compañero argentino. 

1 comentario:

  1. PADRE DIEGO, SOY EL PADRE JOSE LUIS AGUILAR, DE ARGENTINA, SE ACUERDA? ME GUSTARIA TENER CONTACTO CON UD TANTO TIEMPOOOOOO... MI MAIL: joseluisaguilar54@hotmail.com en facebook: Joseluis Aguilar ESTUVE EN ROMA EN ABRIL, NO SABIA QUE ESTABAS POR ALLA. TE ACORDABAS QUE EL PAPA BERGOGLIO, ERA MI OBISPO??? SI SI SI SI... NOSOTROS PERDIMOS UN OBISPO PEOR TODOS GANAMOS UN GRAN PADRE....

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